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Enviado por José Leonardo Méndez 

Introducción

Existen tantos nuevos negocios posibles como emprendedores que los inicien, pero los que tienen mayores posibilidades de éxito son aquellos realmente creativos tanto en la producción de nuevos productos y servicios, como en nuevas formas de ofrecerlos, venderlos y satisfacer a sus posibles clientes. Eso incluye aquellos negocios que representan un hábil trasplante de algo que ha funcionado bien en otra parte.

Ahora bien, muchas personas que desearían emprender su propia empresa no lo hacen porque no encuentran una buena idea de negocio. Y la mayoría no la encuentra porque no sabe cómo buscarla.

En muchos casos, la identificación de estas ideas sigue siendo algo casual o relacionado con el entorno próximo de los emprendedores (empresas de amigos o familiares, experiencia laboral previa, etc.).

Pero iniciar un negocio no es algo que sólo esté al alcance de algunos doctores o iluminados. Es un proceso que requiere de sentido común y de un enfoque paso a paso, metódico y paciente. Se trata de una habilidad que puede aprenderse

Lamentablemente, se ha progresado muy poco en este sentido. Los escasos intentos por sistematizar la detección de nuevas ideas de negocio han desembocado con frecuencia en prácticas poco útiles, dado que las técnicas de creatividad utilizadas hasta ahora no dan resultado si no se aplican en el marco de la dinámica de un mercado concreto.

De lo que se trata no es de generar cualquier clase de idea. La parte realmente importante del asunto es que para crear un nuevo negocio lo primero que necesita todo emprendedor es tener una idea de negocio rentable, es decir, pensada para producir riqueza y no para consumir subsidios gubernamentales. En otras palabras, tiene que ser una idea de carácter empresarial.

No obstante, tanto el proceso como las herramientas auxiliares útiles para la generación de ideas innovadoras de negocio verdaderamente rentables no son aspectos que se enseñen de manera formal en los programas de capacitación de emprendedores que proliferan en Latinoamérica.

Se piensa, en cierto modo, que tales programas deben concentrar su interés en los aspectos estrictamente comerciales del proceso de emprendimiento.

Sin embargo, la experiencia ha mostrado fehacientemente que el desinterés en el proceso de generación de ideas de negocio ha desembocado en la promoción, en un extremo, de negocios muy tradicionales, escasamente competitivos, mientras que, en el otro extremo, se promueven negocios de alta tecnología, ciertamente muy innovadores, pero escasamente amoldados a las capacidades e intereses de la gran mayoría de emprendedores latinoamericanos.

De esta manera, el propósito fundamental de este sexto artículo del autor es el análisis de las causas que permitirían explicar esta situación, las cuales se derivan de algunas confusiones entre los significados prácticos que poseen los procesos relacionados con la creatividad y la innovación, así como con un notable sesgo academicista hacia las innovaciones tecnológicas.